Al igual que en muchos hogares se practican reglas básicas de manejo de finanzas familiares, de la misma manera deben administrar sabiamente los recursos del país.
Existen cuatro buenas prácticas que debemos tener en cuenta. Entre ellas, no comprar lujos al crédito ni endeudarse para comprar el automóvil o algún mueble no tan necesario para el hogar, sobre todo, si los gastos son menores a los ingresos.
Por último, ahorrar un porcentaje de los ingresos, difícil en estos tiempos, pero no imposible cuando se tiene una disciplina de optimizar los recursos, y los hogares que ponen en práctica estos preceptos, generalmente son más exitosos y felices.
Quienes lo hacen están entre los que se denominan “ordenados” y “planificadores”. Sin embargo, existe otro grupo de personas que no practican estas reglas y gastan más de lo que ganan, suelen vivir de la apariencia y se dan lujos que en poco tiempo terminan endeudándose y caen en la bancarrota.
Una familia que maneja sus finanzas irresponsablemente tendrá consecuencias futuras negativas que afectará a todo el grupo familiar. De este mismo ejemplo, podemos hacer un análisis de las finanzas públicas de nuestro país.
El excesivo gasto, endeudamiento y la baja inversión pública ha llevado al gobierno a incumplir los compromisos financieros de país, perdiendo credibilidad internacional al demostrar que sus proyecciones y compromisos no son confiables.
A pesar de los fondos recaudados, donaciones y préstamos para atender la emergencia de salud y desastres naturales, se despilfarró y gastó mucho más. El país no puede seguirse endeudando, urge priorizar gastos y transparentarlos para generar confianza. Recordemos que para pagar los subsidios y los gastos corrientes, se usa dinero que el gobierno saca de los bolsillos de los trabajadores salvadoreños.
A simple vista se concluye que la finanzas públicas del país van por mal camino, pero el gobierno sigue empecinado en adquirir mayores endeudas como que si no tendremos que pagar la factura eventualmente.
A pesar de sobre endeudarnos, las promesas de campaña siguen en el papel, hay pérdida de empleos y las obras siguen estancadas o se maquillan las que dejó la anterior administración sin terminar para hacerlas propias y justificar gastos.
Para salir de este hoyo fiscal, es necesario un acuerdo nacional sobre reglas básicas para las finanzas públicas. El acuerdo debe ser legalmente vinculante para que todo gobierno, independientemente de su ideología o partido político, lo respete para no llegar a la bancarrota como ha pasado en otros países que han manejado sus finanzas pretendiendo que el dinero sale de un barril sin fondo.